Por Jorge Guzmán

¿Estamos planteando una idea que haga de la sociedad un lugar mejor para vivir? ¿O estamos reclamando para los homosexuales un lugar entre «los decentes y normales» con el fin de pasarnos a ese lado de la vereda, dejando al resto de los discriminados donde están?

Hace unos días apareció Rolando Jiménez, dirigente del Movihl, en el programa de Chilevisión «El Termómetro» para hablar de una propuesta de contrato legal entre homosexuales que permitiría a los interesados una serie de beneficios parecidos al contrato matrimonial.

Para entender el problema y la solución que se plantea es necesario tomar un poco de distancia.

La mayor parte de los movimientos homosexuales de Europa y Estados Unidos desde hace muchos años reclaman algo parecido y en muchos países lo han conseguido; derecho a heredar a la pareja, a compartir los bienes gananciales, la posibilidad de adoptar niños, etc. Y en las grandes ciudades de los países desarrollados se pueden encontrar barrios, sectores urbanos, donde parejas del mismo sexo caminan por la calle tomados de la mano en dirección al supermercado gay, la tienda de ropa gay, el cine gay y la plaza gay. Fuera de allí hay que comportarse como hombrecito o mujercita.

¿Será eso lo que queremos conseguir?

Porque la discriminación existe. Y en el mundo en que vivimos ese es un problema pendiente no solo para los homosexuales.

La discriminación afecta de diferentes maneras a muchas personas. Separa a los «normales y decentes» de los que supuestamente no lo son. A los homosexuales, travestis, transexuales, a las prostitutas, a los pobres, a los indígenas, a los pobres, a los feos, a los inválidos, etc. Ninguno de éstos tiene un lugar respetado y reconocido en la sociedad.

¿Estamos planteando entonces una idea que haga de la sociedad un lugar mejor para vivir? ¿O estamos reclamando para los homosexuales un lugar entre «los decentes y normales» con el fin de pasarnos a ese lado de la vereda, dejando al resto de los discriminados donde están?

La sociedad tiene como característica propia el ser discriminatoria y a menos que combatamos todo tipo de discriminación habrá un número significativo de seres humanos desechables. Los homosexuales desarrollarán la cultura del ghetto y seguirán siendo discriminados.

Por eso el proyecto aludido me parece de corto alcance, pedestre y lamentable. Nada cambiará en lo esencial. La sociedad seguirá siendo la misma. Es posible que alguien se pueda sentir realizado en lo personal con ello y este proyecto le pueda parecer un paso en el largo camino del ser humano hacia la dignidad de todos. Yo creo que no.

Porque suena demasiado equívoco y más parece una campaña que oculta, apenas, ambiciones personales.