Por J. Pablo Pozo

El movimiento homosexual internacional nace dentro de una lucha mayor, como es la de la liberación y la transformación social, por esto se nos persiguió durante la oscura época del nazismo en Europa, por esto a partir de los años sesenta nuestro movimiento de emancipación cobró mayor fuerza, al actuar junto a otros que también aspiran a construir un mundo mejor. Por eso resulta contradictorio que hoy, con pleno reconocimiento del sistema, Gays y lesbianas de EE.UU. sean parte de las tropas que entran ilegítimamente en Irak, que los antes oprimidos formen parte de genocidios y masacres.

Al comenzar la invasión a Irak y estremecerme con las escasas imágenes que la televisión repite una y otra vez,(siguiendo los dictados de CNN, distorsionando a la distancia lo que realmente ocurre en esas latitudes), no pude dejar de recordar que hace unos años el ex Presidente estadounidense Bill Clinton decidió integrar oficialmente a personas gay y lésbicas en las FF. AA. de su país, (digo oficialmente, por que antes de eso ya estaban ahí y al parecer solo se hacía políticamente necesario su reconocimiento, otorgándoles todos los beneficios sociales que este trae consigo), lo que puede ser visto como una gran victoria para el movimiento pro derechos gay lésbicos, pero también como una contundente muestra de cómo se anula de mejor forma, a un movimiento que nace de la mano de las exigencias de transformaciones profundas de una sociedad violenta e injusta y que deriva finalmente, en su acomodo dentro de las estructuras que la componen. Ya sucedió antes con los movimientos pro derechos civiles de mujeres, de personas de color y de otros grupos de oprimidos que, confundiendo a mi modo de ver, los verdaderos objetivos de su lucha, abren espacios en el sistema que los agobia, para pasar a formar parte de este, asegurando su continuidad y la de sus perversos mecanismos de dominación.

El movimiento homosexual internacional nace dentro de una lucha mayor, como es la de la liberación y la transformación social, por esto se nos persiguió durante la oscura época del nazismo en Europa, por esto a partir de los años sesenta nuestro movimiento de emancipación cobró mayor fuerza, al actuar junto a otros que también aspiran a construir un mundo mejor. Por eso resulta contradictorio que hoy, con pleno reconocimiento del sistema, Gays y lesbianas de EE.UU. sean parte de las tropas que entran ilegítimamente en Irak, que los antes oprimidos formen parte de genocidios y masacres,(como el de Israel contra Palestina), que Generales de color den la orden de disparo, que mujeres con poder decidan los destinos de millones de seres humanos indefensos, ¿es esta una señal de avance en la conquista de derechos y en la construcción de un mundo mejor?. El hecho de que Collin Powell no deba sentarse en el último asiento de un autobús sí que lo es, pero ¿ ha aportado él en la forma en que su país se relaciona con el resto del mundo?, ¿ha sido un aporte la integración de sectores antes excluidos a las altas esferas del poder o este ha terminado corrompiéndolos y asimilando toda su diversidad?

Cuando la iglesia católica nos quemaba en hogueras, encendidas para apagar nuestra diferencia, (por que el solo echo de nuestra existencia cuestiona fundamentalmente su cosmovisión totalitaria), o cuando los nazis nos asesinaban por miles en campos de exterminio (junto a todos los que habían desarrollado una lucha de transformación social), lo hacían para impedir el surgimiento de una alternativa, de un mundo diferente que terminara definitivamente con sus privilegios y atropellos. Ni en el caso de los nazis, ni en el de la iglesia inquisidora esta persecución provenía exclusivamente de personas heterosexuales, de ellas participaban también muchos homosexuales,(por ejemplo: el Nazi Ernst Rohm) que veían en la integración solapada, su particular forma de sobre vivencia. Me parece que en momentos de tan aguda realidad es cuando más queda de manifiesto que la sola integración no es garantía de un mundo mejor y que puede llegar a ser una gran trampa, por esto nuestros objetivos como homosexuales deberían permanecer claros y no solo aspirar a la integración dentro de un sistema fundamentalmente injusto, si no a la transformación y superación de este, como consecuencia lógica de la propia experiencia de vivir la discriminación. No podemos transformarnos en opresores, debemos siempre intentar al menos, cambiar las condiciones injustas que permiten la marginación de otros grupos, debemos educarnos en el respeto al ser humano, en el respeto a la vida y por sobre todo a los grupos de oprimidos y marginados, debemos en este caso particular declarar nuestro mas irrestricto apoyo a la paz y al pueblo de Irak, que el mundo sepa que los homosexuales chilenos estamos contra los abusos de poder, contra la guerra y contra el imperialismo; si no, todo cambio será simplemente superficial, una gota de rubor marica para el camuflaje terrorífico del poder.