Ada:

Aquí estoy de nuevo. Anoche me quedé dormida un poco más feliz al saber que te tenía. Al saber que me escucharías sin preguntar, que me ayudarías a encontrar las respuestas que más felices me hagan.

Hoy en la tarde debo ir donde Lucía. Ella siempre me pone nerviosa. Desde que éramos chicas que somos amigas. Recuerdo que la primera vez que fui a su casa, para que me prestara unas carteras, me pidió que le contara las historias de sexo de mi madre, obviamente yo las inventé, pues tenía muchas ganas de usar esas carteras para disfrazarme. La Lucía me miraba, me escuchaba con atención. Fue la primera vez que me puse nerviosa de amor. En ese momento no me di cuenta que era de amor. Ella quería más historias y yo que no pude mirarla de frente, mejor me paré y me fui corriendo. Ese día todo lo que existió para mi fue su mirada fija y mis latidos ganando cada vez más espacio en mi cuerpo. No dije nada, sólo pensé en que si hablaba el corazón se me escapaba por la boca.

Pues bien, como estoy acostumbrada hoy la veré y ella me pedirá, como siempre, que le invente historias. Ella me quiere, quizás de modo distinto al mío, no lo sé. A veces pienso que no tengo ningún derecho a engañarla, pero también creo que no porque sienta amor de amor por ella, no podemos ser amigas. Creo que eso es demasiado común. Sería como repetir la historia de mis papás. Se dejaron de desear como pareja y dejaron de ser amigos. No quiero eso para mi. Yo deseo construir otra historia. No quiero hacer las cosas que todos hacen, por eso lucharé: por tener conciencia de cuando caiga en lo común y corriente, que es lo que en definitiva nos dicen que se debe hacer, sin siquiera cuestionar y eso no me gusta, creo que decirlo es un buen punto de partida.

Soy mujer. Se supone que no me debería gustar otra mujer, pero no puedo andar con la de las tristes de que no existe nadie como yo. Yo sé que hay muchas mujeres como yo, sólo que todavía no las conozco. El punto es que no puedo obligar a Lucía a que me quiera. El punto es que no me atrevo a decírselo. Las preguntas se llueven por mi techo agujereado:

¿Se enojará si se entera? ¿Querrá seguir siendo mi amiga? ¿Le dirá a mis padres? (que es otro punto) ¿Qué pasará conmigo si no la veo más?.

Quiero soñar. Quiero soñar con que la Lucía es grande y que así como es amiga del Víctor, que está loco por ella, puede seguir siendo amiga mía, que estoy loca por ella también.

Quero confundirme, quiero confundir mis sueños con la realidad. Ada, para eso está tú. Ada tú eres yo.

Mejor que nos vayamos a preparar, pues la Lucía se enoja cuando llego más tarde de lo que le he dicho.

Un beso, chao.

P.D: Mientras me bañaba se lo dije todo. Ella me miró y me dijo que sentía lo mismo desde antes que yo. Yo bajé la cara y ella la tomó. Me miró fijo y me impulsó a correr con ella. Me llevó hasta una escalera perdida en medio de los edificios que rodean su casa. Nos besamos. Su mano rozó mi pecho suavemente, sus dedos se hundieron en mi pezón ejerciendo suave presión y yo un poco asustada no me di cuenta de que había entrado shampoo a mi ojo. Ahora aún lo tengo rojo y voy atrasada.

Día 2 noche:

Adita, mi Ada:

Todo mal la Lucía se enojó, pues llegué tarde. A la media hora de estar en su casa llegó el soso del Víctor. La Lucía como que le tiene pena desde que supo que estaba enamorado de ella. Llegó con un amigo que tenía como objetivo sacarme del medio. Me empeloté, porque ella ni me pescó. Mejor fui a comprar una cerveza y me la tomé sola. No podía perder mi tiempo con pendejos que hacen puras pendejadas. De pronto me acordé de ti y me dije ¿por qué tiene que enojarse si soy yo la que vino a su casa?. Le dije adiós y vi como se quedó con un signo de interrogación instalado en su cara. Me pidió que me quedara, yo le dije que no quería, que me había aburrido y eso, que simplemente no quería quedarme, que la cervecita me había dado una mejor idea.

Efectivamente con cerveza en la cabeza partí al centro. Fue distinto a las otra veces. Te lo debo a ti Ada, pues al contarte lo que sucede de verdad, sentía que ahora buscaba algo. Antes esperaba que algo pasara.

Busqué, pero no encontré nada. Sin embargo el cerro Santa Lucía es raro. Mucho movimiento, muchas miradas. Es como una fiesta oculta en donde todos los comensales son hombres. Me acordé de una película que vi con la Lucía una vez: Antes del amanecer, creo que se llamaba. Estoy segura de que allí en el cerro había puros homosexuales, quizás si me atrevo algún día a hablarles, ellos me puedan decir en donde puedo encontrar a otra chicas que sean como yo… ¡Ay tan pendeja que soy!, pero a veces me aburro de esta vida tan aburrida, claro que cómo me voy a entretener si la vida es aburrida… Aj! estoy escribiendo puras güevas.

El efecto de la cerveza ya se pasó. Mi madre me dijo que mi mina (ja, ja, ja!) me había llamado. Todavía debe estar pa’ dentro. El cuento es que yo no quiero estar supeditada al miedo que ella me provoca. Quiero ser LIBRE y para ser libre deberé decirle lo que pasa. Si no me pesca, filo, no estaré buscando migajillas, creo que yo soy más importante, o no mi Ada?

Sí, YO SOY LO MAS IMPORTANTE. Tú tienes razón mi querida íntima aliada.

Hasta mañana!