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«Es evidente que para las transexuales lesbianas la respetabilidad y el triunfo social no pasan por tener pareja o no tenerla. Sus objetivos se definen a través de otros parámetros. Por otro lado, tampoco hay que suponer que por el hecho de ser transexual lesbiana se haya de tener un look alejado de la feminidad o ser lo que generalmente se conoce como “marimacho»

Ser transexual y lesbiana al mismo tiempo puede resultar difícil de entender para la mayoría de la gente. Habitualmente, el común de las personas opina que a las transexuales femeninas les gustan ante todo los hombres y por ello, se sienten mujeres y realizan el mal llamado “cambio de sexo”. Mucho más lejos de la realidad, nada tiene que ver la reasignación con la orientación sexual de cada uno.

Pero en realidad, ese tal “cambio de sexo” no existe. Lo que se lleva a cabo, a través de la cirugía, es un cambio de genitales o una reasignación sexual. Por lo tanto, es necesario explicar que alguien que tenga lo que se denomina “disforia de género”, no ha de ser necesariamente heterosexual.

La existencia de mujeres transexuales lesbianas es un buen ejemplo de ello. Los inconvenientes y discriminaciones que han de afrontar en su vida vienen por partida doble. El hecho de ser transexual es común para todas, bien sean heterosexuales o lesbianas, pero lo segundo, no.

Afirmar que dentro del ambiente transexual hay un cierto grado de machismo no es exagerar nada. Muchas personas transexuales tratan de incorporar a sí mismas los estigmas más notorios y estereotipados del “rol femenino”, y ese modo de actuar lo consideran completo en el caso de poseer una pareja masculina (al menos que se asemeje como tal, que lo parezca). Eso de “tener marido” para algunas de ellas no supone solamente la consolidación del amor, sino que además lo consideran un triunfo frente a la sociedad. Incluso pueden llegar a pensar que únicamente por estar en pareja con un hombre van a ser mucho más respetadas.

Es evidente que para las transexuales lesbianas la respetabilidad y el triunfo social no pasan por tener pareja o no tenerla. Sus objetivos se definen a través de otros parámetros. Por otro lado, tampoco hay que suponer que por el hecho de ser transexual lesbiana se haya de tener un look alejado de la feminidad o ser lo que generalmente se conoce como “marimacho”. Se ha explicado ya que la identidad de género de una persona no va ligada a una orientación sexual determinada, ni tampoco ésta debe ser rígida al cien por cien y no mutante.


Una trans en el armario.

Muchas transexuales lesbianas se han visto obligadas a permanecer en el armario. Y no solamente frente a la sociedad, sino también dentro del propio ambiente trans. Todo ello para no ser rechazadas o ser objeto de burla por parte de las otras compañeras. Hay que recordar que en las grandes ciudades se suelen formar guetos, y éstos siempre marcan unas determinadas conductas y estereotipos.

Algún lector o lectora se preguntará qué porcentaje de transexuales lesbianas existe en nuestra sociedad. Se trata de una pregunta difícil de responder, porque no existen estadísticas, pero tal vez sea el mismo tanto por ciento que se refleja en el resto de la población. De todas formas, la cantidad no es algo importante. Al existir el lesbianismo dentro de la transexualidad femenina, ésta se normaliza, y demuestra que una persona “es”, no por su gusto sexual, sino por su identidad de género.

La situación de tener que salir dos veces del armario no es nada fácil. Todo el proceso de transición que desarrolla una transexual femenina tampoco lo es. No obstante, el haber superado el primer proceso no quiere decir que el segundo sea más sencillo. Ni mucho menos.

Lo primero que dicen los amigos o la familia cuando una transexual se declara lesbiana es algo parecido a esto: “Qué locura la tuya… Tanto esfuerzo, tantas operaciones para que te gusten las mujeres, sean biológicas o transexuales. Para esto te hubieses quedado igual. Ahora no sufrirías tanto y seguramente hasta tendrías más éxito con ellas…”.

No se puede decir ni afirmar que alguien “elija” ser transexual y lesbiana. Ambos casos son opciones de vida y mientras no perjudique a terceros son válidas (aunque más difíciles de entender).

Tampoco se trata de buscar las causas. Muchos científicos han realizado estudios sobre este tema. Pero simplemente, se trata de dar a conocer que las transexuales lesbianas existen, y por tanto se debe aceptar con naturalidad; tanto por parte de la gente como por parte de las lesbianas biológicas y las transexuales heterosexuales.

En definitiva, en la vida lo más importante es amar y ser amada. Por consiguiente, todas las opciones son legítimas para lograr este objetivo. Y el lesbianismo dentro de la transexualidad femenina es una elección más entre todas ellas.