Por Freya Schneider

El “espectáculo” del que hablo, por cierto, era una imagen en principio tan sistémica como muchas veces lo es nuestro entendimiento: un hombre y una mujer, una pareja formada como Dios manda… Un hombre rechoncho, 1.68 de alto, pelo perfectamente recortado, protector y canchero. Perfectamente sistémico, si no hubiera sido por los pechos que pude encontrar en una segunda mirada. Pechos fijados a su cuerpo como sello , como marca, para que nadie olvidará que: se ven las caras, se ven las caras, pero nunca el corazón…(así mismito como dice la canción).

Las he visto a lo largo de mi vida de muchas formas. Recuerdo aún la primera imagen, nuestro primer encuentro, cuando cruzaba cada vez que iba a comprar a un negocio de pobla, en donde yo me “fondeaba” por aquellos años en pleno 1975 , con la repre y mis miedos encima. Era todo lo contrario a lo que se vivía por aquel entonces. Con la mano bien agarrada de “su mujer” era un verdadero espectáculo de libertad: inquietante, provocador, visualmente ruidoso, oscilante y explosivo a la vez…

El “espectáculo” del que hablo, por cierto, era una imagen en principio tan sistémica como muchas veces lo es nuestro entendimiento: un hombre y una mujer, una pareja formada como Dios manda… Un hombre rechoncho, 1.68 de alto, pelo perfectamente recortado, protector y canchero. Perfectamente sistémico, si no hubiera sido por los pechos que pude encontrar en una segunda mirada. Pechos fijados a su cuerpo como sello , como marca, para que nadie olvidará que: se ven las caras, se ven las caras, pero nunca el corazón…(así mismito como dice la canción).

Ella fue una de las muchas que he visto y conocido en lugares, es bueno decirlo, que no frecuentan la mayoría de las que acceden a esta revista.

Es fácil reconocerlas a través de los tiempos1 : pantalón de tela, mocasines de cuero negro o café bien lustrados, camisa escocesa, aunque ahora se rearman entre jeans y zapatillas. Es fácil reconocerlas con su cigarro tomado, jugando pool, adicta al fútbol, a la música popular y a los combos cuando son necesarios. Es fácil, reconocerlas con el tumbao que tienen los guapos al caminar, cuando saludan , pues muchas lo hacen dando la mano. Es fácil reconocerlas, porque a menudo de los a menudos no están junto a nosotras y cuando aparecen o nos vuelven locas o nos hacemos las indiferentes…

Ellas son las trailer, las pegaso, la bollo, las camionas, las maría tres cocos….

Ellas, en muchos casos y es bueno decirlo, son minos, pero con un cuerpo de mina que por opción ha sido desdibujado por los atuendos, ocultado por las ropas de hombre que utilizan.

Las camionas (sería bueno que revisaran algunos escritos sobre Bucth y Femme. En internet hay un montón) no son algo sencillo , es más y me atrevo a decir, a modo de abrir el debate, que creo son lo más cercano a la proyección de la “loca” gay, pero desde el mundo lésbico por lo que no es raro, argumentando en favor de esta hipótesis, que las mismas lesbianas desarrollen muchas conductas discriminatorias hacia ellas, en donde el miedo es fundamental, pues dime con quien andas y te diré quien eres…

Es así como los gays, y así lo confirman los últimos estudios discriminan a la loca, por funá, yo agrego que además debe ser por misoginia ante la imagen femenina que ellas proyectan. Diametralmente opuesta, pero con características similares es nuestra relación con la camiona: para muchas es demasiado evidente y para otras es difícil entender que exacerben, como lo hacen, la imagen masculina2. Resultado: Discriminación.

Me consta que muchas de ellas no terminaron la enseñanza media, pero no me consta que esta sea una característica general y lo indico , pues este hecho tal-cual pasa con la “loca” y ha servido para generar estigmatizaciones que lo único que hacen es fortalecer la discriminación, por eso resalto que no estoy hablando de la camioneta : mezclilla , pelo corto, pero fashion, sino del mino, del camión con acoplado , del tolva, ni siquiera del gentleman asociado más a la camioneta, que tiene varios menos caballos de fuerza que la camiona. Estoy hablando de la mujer que hay que mirar dos veces para reconocer que es nuestro par, a lo menos biológicamente y sobre la cual muchas veces se emiten sonoras carcajadillas o expresiones animadversas asociadas a su aparición como esta:

Na que ver la mina, yo soy lesbiana porque me gustan las mujeres, no los minos…Shi…!

Esa pura exclamación reafirma la discriminación ya mencionada y de la que son objeto, pues a veces discriminamos lo que no conocemos y la verdad es que en general sucede que a veces y muy pocas veces por lo demás: estamos juntas , pero no revueltas…

Todo esto genera desconocimiento general y quizás del tipo más básico, ese que no nos permite ni siquiera hacer esta diferenciación: mientras las lesbianas se enamoran de mujeres lesbianas , ellas por lo general se enamoran de mujeres heterosexuales , es decir, por ahí se la juegan en primera instancia(no haré en este punto un ensayo sobre la diversidad de construcciones de pareja que existen, ya que no es el punto que me convoca3).

La discriminación para las camionas es fuerte y pese a que muchas, desde una perspectiva biológica, asumen la identidad lésbica (o nosotras se las adosamos) sólo por el hecho de tener un cuerpo de mujer, situación fuerte(para ellas) pues dificulta su construcción trans u otra construcción lo que es complejo , pues me consta que sus demandas , sus necesidades no son las mismas que nosotras poseemos. Recuerdo acá mi encuentro con una chica trans (de mujer a hombre) que estaba triste, pues no sabía qué hacer, que hormonas tomar para tener barba, para agravar su voz y eso es una necesidad importante de analizar: una como necesidad y dos en torno a la forma en que no se generan espacios que permitan que surjan liderazgos de estas identidades y se construyan así demandas más políticas, más revolucionarias que su misma imagen.

Más arriba escribía : dime con quien andas y te diré quien eres… Lo escribo porque muchas de nosotras no estamos con minas muy masculinas, porque el doble estándar se puede funar (me refiero a pasar piola en nuestro lugar de trabajo, con nuestra familia en algunos casos, etc…) y eso nos pone en frente a que ellas son en si mismas una verdadera revolución, un verdadero acto de rebeldía, pues se han ido contra todo, no como nosotras que mal que mal vivimos de mil formas acomodándonos a este sistema, pero ellas no , ellas actúan como minos, se visten como minos , están en muchos casos transitando por el cuerpo femenino de que han sido dotadas, mas ojo, porque minos tampoco son , pues no duden en que los privilegios que en este sistema los varones han tenido, no los han podido tener ellas, por muy masculinas que sean4, por el contrario . Les propongo en este punto que piensen en las respuestas que ustedes o sus amigas darían a las siguientes preguntas:

• ¿Iría a mi casa con una camiona?

• ¿Cuántas “camionas con acopleitor” van a la disco , o los pubs que frecuento?

• ¿Permitiría que una amiga camiona me fuera a buscar al trabajo?

• Conozco a alguien que piense que las camionas están cagadas de la cabeza?

• Tuve alguna compañera camiona mientras estudié.

Si analizamos las respuestas nos daremos cuenta que si bien es cierto estas se alimentan de los actos lesbofóbicos del sistema en contra de nosotras (algunas apenas asumen su lesbianismo con la familia para estar llevando a un mino-mina5 a su casa!) son y eso es bastante importante, menores que la discriminación que sufren estas nenas, pues nosotras siendo discriminadas nos vemos en la obligación de discriminarlas lo que ha aportado en gran medida al discurso camionfóbico que existe.

Puede ser que mis percepciones estén erradas en alguno o varios sentidos, lo que no sería extraño , pues no ha existido debate, no conozco muchas camionas organizadas, mas en lo que creo no equivocarme es en la necesidad de darnos cuenta de nuestros prejuicios, para que no seamos las que pensamos que las camionas son ultra violentas, que son ignorantes y otras cosillas más, que definitivamente empobrecen un discurso integral , inclusivo, de respeto por nuestras diferencias y aceptación y comprensión de la diversidad.

Por un mundo más justo a pensar un poquito en lo que a esta camioneta se le ocurrió, porque , lo que no he contado , es que tengo grandes amigas camionas, tengo historias junto a ellas que me hacen exclamar con propiedad que son mis lindas camionas, camionas a las que hoy les dedico esta columna.

Dedicado a mis amigas de siempre, las que estuvieron en mis días difíciles y que me defendieron como si hubiese sido una princesa…

A ustedes, Pato y Roberto.

Por Freya Schneider

(1) En realidad voy a hablar de mis tiempos, pues es casi autobiográfico.

(2) Hago alcances en torno a lo que indicaré más adelante y que se relaciona con las carencias , de hecho la mayoría de mis amigas camionas no terminaron de estudiar y viven de alguna pensión de los padres o trabajan en la feria.

(3) Este verano nada más se casó una chica con un chico. El chico era trans (travesti) y ella era camiona. Se casaron por el civil y su matrimonio los tuvo a la trans de mujer y a la camiona de hombre, en donde lo que más importaba es que se amaban. Este es un ejemplo en medio de muchos otros que podría mencionar.

(4) Recuerdo en este punto una conversa con una trava muy potente de argentina que me decía que en definitiva ella era mujer, pero mujer con pico y eso ya la hace diferente a una lesbiana o a un gay, mas aún a una mujer u hombre heterosexual.

(5) Y discúlpenme si hay una camiona leyendo, pero creo que los adjetivos y los nombres que doy están en un marco de discusión , de abrir debate y bajo ningún punto de vista son peyorativos . Yo soy camioneta y antes que eso maricona y con gusto.