Por Leyla Ramirez / La Nación

Se autobautizó como Andrés Ignacio. Esta semana presentó en tribunales los papeles necesarios para que ése sea su nombre legal.

“Toda mi vida he sido como Tootsie, la sociedad me ha obligado a eso”

Se autobautizó como Andrés Ignacio. Esta semana presentó en tribunales los papeles necesarios para que ése sea su nombre legal. La pelea será difícil. Lo sabe. Pero también cree que su salida del closet será la puerta por donde la minoría de las minorías sexuales se asome de una buena vez y defienda su derecho a ser tratados como hombres. Aunque la naturaleza les haya dado cuerpo de mujer.

Era la “Juanita tres cocos del curso”. La mejor para el fútbol, las bolitas y los combos. Su familia se daba cuenta que su niñita, pese al vestido y los moños, era demasiado amachada. Sus amiguitos también. Ella sólo se aislaba. Sabía que era distinta, pero no por qué.

Hasta que un día se miró desnuda al espejo. Repentinamente sintió como un dolor agudo en el estómago subía velozmente hasta su garganta para transformarse en una arcada. Eso no era él. Ni esos senos, ni esa vagina, ni esas pequeñas caderas. Nada de eso le correspondía. Él era un hombre, aunque su cuerpo dijera lo contrario.

Hoy, con 41 años y sus pechos y útero extirpados, ha decidido vivir la vida que siente le corresponde. En diciembre pasado creó la primera organización de transexuales masculinos de Chile que agrupa a nueve personas y cuyo fin, por ahora, es lograr que psiquiatras y cirujanos estén dispuestos a reconstruirlos y devolverles la vida que un cuerpo ajeno les robó.

-Si naciste con cuerpo de mujer y te gustaban las mujeres ¿cómo lograste darte cuenta que no eras una lesbiana y sí un transexual?

-Odiaba usar vestido. Cuando chico mi familia me los ponía igual, pues tienes que ir al colegio con jumper, porque sigues siendo mujer para todo el mundo. Pero cuando entré a la universidad ya no los usé nunca más, porque me sentía travesti, con todo el respeto que me merecen. No me gustaba, porque soy un hombre. No es que sea mujer y me sienta un hombre. ¡No! Soy un hombre, pero nací en un cuerpo equivocado.

-¿Lo sentiste así desde niño?

-Sí, de chico. Cuando niño era el mejor para la pelota, el que jugaba mejor al trompo, el más bueno pa’ las bolitas y solucionaba todo a combos y a piedras. También era bastante garabatero, como cualquier niño.

-¿Tus papás nunca te preguntaron nada?

-Mi papá una vez me preguntó si era lesbiana. Yo le dije que no y nunca más volvió a hablar del tema conmigo. Hasta que falleció nuestra relación fue buena. Mi mamá no acepta mis operaciones ni mi conducta. Para ella siempre seré su niña.

Cambio de cuerpo y nombre

Andrés decidió contar su verdad por primera vez en una entrevista de televisión. No salió su cara, pero su forma de hablar lo delató. Al mes de emitida la entrevista quedó cesante, porque igual lo reconoció todo el mundo. Quedó en la calle. Entonces empezó a tratar su depresión con una siquiatra y se dio cuenta que algo había que hacer por el resto.

-¿Así surgió la idea de crear la agrupación?

-Sí, me empezaron a llamar otros transexuales que vieron el programa, nos contactamos y creamos la organización. Tiene un nombre muy original (se ríe): Organización de Transexuales Masculinos de Chile. Somos nueve.

-¿Qué es lo que buscan?

-Estamos en tratamiento en el servicio público, con psiquiatras. Nos operamos y eso es posible gracias a un equipo humano de profesionales que se la ha jugado por atendernos. Ahora uno de nuestros miembros ha sido derivado para hacerse la mastectomia (extirpación de senos). Antes de eso, la mayoría se fajaba para disimular los pechos. Yo nunca tuve que hacerlo, porque era más bien planito (se ríe), pero igual me operé. Además de eso queremos presentar un proyecto de ley -el próximo mes- para que al cambiarnos de nombre y sexo no tengamos -necesariamente- que hacernos una faloplastia (construcción de un pene). Porque ahora si vamos al Registro Civil y no tenemos pene, no somos hombres.

-¿Entonces aún tienes nombre de mujer?

-Este mes hice la presentación formal en tribunales para poder cambiar mi nombre.

-¿Puedo saber como te llamas realmente?

-Ehhh, sería un poco complicado.

-¿Por qué?

-Llegué a un acuerdo con mi familia, en esperar al menos un año, para que mis sobrinos estén un poco más grandes. Ellos no saben mi verdad. Yo soy la tía medio rara que tienen.

-¿Sólo ellos no lo saben?

-En mi trabajo tampoco. He tenido doble vida. Tengo título con nombre de mujer, por lo que tengo que colocarme blusas con más florcitas…

-Te disfrazas…

-Toda mi vida he sido Tootsie, la sociedad me ha obligado a eso.

Sexo sin pene

Andrés no sólo debió enfrentar el castigo social. También la frustración que le provocaba mirar su cuerpo en el espejo. Sus peores días eran cuando menstruaba. Pero todo eso está quedando en el pasado tras la extirpacion de su útero y senos.

-Imagino que ahora viene la faloplastía ¿ o no?

-Nuestras vidas de pareja y las relaciones sexuales son muy buenas y no porque use pene artificial. Nos favorece que al no tener pene tenemos que ser bastante más detallistas al hacer el amor. Y podemos hacer sentir a una mujer con la estimulación de su clítoris. En ese sentido para mí no es importante tener pene. Sí lo es ir al baño de un restaurante y utilizar el urinario, no sentada en el wc.

-Pero al no tener pene tu relación sexual no difiere mucho de una lésbica.

-Tengo una relación de pareja estable con una mujer heterosexual, separada. Ella no es lesbiana. Sé que cuesta entenderlo, fue un proceso súper largo para nosotros. Porque la forma que hacemos el amor es como el de las lesbianas, pero no lo somos.

-Considerando justamente eso ¿te sientes preparado para enfrentar el mundo como Andrés, con todo lo que ello significa?

-Sí, me siento preparado para ser Andrés, aunque no para enfrentar el mundo. Pero siento que por primera vez tengo una opción. Ahora si vuelvo a sufrir la humillación que sufrí alguna vez me voy de Chile. No por huir, sino porque ya no tengo ganas de esperar.

-¿Dónde te irías?

-A EEUU o a Venezuela. En EEUU hay una organización de transexuales femeninos que me recibiría y en Venezuela hay una amiga que puede conseguirme trabajo sin estar mostrando títulos y como Andrés. Como Andrés Ignacio, que es el nombre que me pondré para empezar mi nueva vida, mi vida.