Por Angélica Valderrama / Presidentx de MUMS / 03-12-2009 / La Nación

La semana pasada, por la inclusión de parejas homosexuales y lesbianas en la franja electoral, se suscitaron declaraciones unas más desafortunadas que otras, pero algunas realmente ignorantes y alejadas del respeto básico que debe dar fundamento a los debates y a las opiniones públicas. Desde la defensa de los derechos de la diversidad sexual y de género, o desde la oposición a éstos, lo que se comprueba otra vez es que cuando otros/as hablan por nosotros/as la demanda o la exigencia no funciona.

Siempre podremos estar fuera de la legalidad respecto a nuestras relaciones de pareja si así lo queremos, pensar en el matrimonio como opción para nuestras vidas es tan legítimo como decir que queremos decidir al respecto. El problema es que hoy en Chile no podemos decidir, no somos sujetos/as de derechos, peor, son otros quienes evalúan el ritmo de los cambios culturales y estiman que no es tiempo, son otros/as los/as que dicen “respeto la diversidad sexual, pero no legislo”. Al parecer hay mucho poder involucrado como para permitir que otros/as decidan por nosotros/as.

En otros países, los movimientos sociales y la sociedad civil intervienen en la generación de leyes. En el nuestro no existe un proceso participativo por el cual las ciudadanas/os tengamos acceso al proceso legislativo, sobre todo si no somos apadrinados por un partido. Uno de los peligros de nuestra forma de generar leyes son las opciones de las organizaciones y movimientos sociales. Convencer a políticos que ponen primero sus creencias y valores antes que los de todos/as sus representados/as, poniendo en riesgo la legitimidad de nuestras exigencias. Hacer alianzas no siempre tan claras, transando, ¿eso queremos? No, representémonos nosotros/as directamente.

Hay leyes que debiesen haber sido aprobadas antes que las relacionadas con la unión civil o el matrimonio homosexual. La ley antidiscriminatoria lleva años en el Congreso y es una ley que tuvo en sus inicios a muchos sectores de la sociedad participando en su elaboración. No sólo diversidad sexual, organizaciones mapuches, diversas iglesias, personas con capacidades diferenciadas y otras que componen la diversidad cultural y social de Chile. Pero al parecer los cálculos electorales dicen que es mejor cierto progresismo mesurado, regulemos ciertos aspectos, el patrimonio, cómo no.

La diversidad sexual no es un conjunto definido e inmutable de identidades. No somos sólo lesbianas y homosexuales pidiendo derechos, muchos pertenecen o se identifican desde otras identidades sexuales y de género y otros no asumen identidades desde estos lugares. Somos personas que compartimos ciudadanía, personas que no piden derechos especiales, sino piso de derechos básicos para poder avanzar en democracia y terminar de una vez con el estigma y la discriminación.

Es necesario que se levanten voces, algunos hacemos apuestas por participar en el sistema desde dentro y generar un cambio, otros lo harán desde otros lugares políticos e ideológicos, pero no permitiremos que aquéllos que pertenecen a sectores conservadores y fundamentalistas nos concedan espacios, opinión, que hablen por nosotros, no le diré en el oído a nadie que hable por mí.

Enlace de la columna en La Nación:
http://lanacion.cl/igualdad-de-derechos-versus-oportunismo-electoral/noticias/2009-12-02/191117.html