En estos días de debate sobre la segunda vuelta presidencial, desde distintos sectores de la sociedad, incluido el mundo de las organizaciones de la diversidad sexual, se han expresado opiniones y se han hecho llamados a votar por Frei. He sostenido muchas conversaciones con activistas de la diversidad sexual, algunos opinan que se debe votar por el mal menor, que no es lo mismo un Presidente de derecha que representa a los sectores más conservadores de nuestro país que uno que si bien es demócrata cristiano pertenece a una coalición integrada por sectores más progresistas.
Los argumentos relacionados con impedir que se entregue el país a la derecha no son menores, porque algunas organizaciones nos ubicamos desde los llamados movimientos sociales, somos sujetos que se constituyen no sólo desde la identidad sexual o de género, sino desde un lugar político y social donde nos obligamos a realizar otros cruces de categorías, como la clase y el origen étnico, y por ello nos moviliza la exigencia de derechos y la construcción de una democracia en la que tenga cabida la diversidad. Otros sostienen que no es posible votar por una Concertación que se ha derechizado, votar por una Concertación que en 20 años sólo ha clientelizado las relaciones con las organizaciones de la diversidad sexual, y no ha concretado ninguna reforma real, de impacto, ni constitucional, ni en el ámbito de la legislación, para garantizar ciudadanía para todos y todas en igualdad de derechos.
Los actuales candidatos a la Presidencia fueron invitados por el Movimiento Unificado de Minorías Sexuales a firmar el “Acuerdo nacional contra la homo-les-transfobia”, se les envió el documento de trabajo y luego se les invitó a suscribir este acuerdo. Ninguno respondió a esta invitación ni firmó el acuerdo, el formato del encuentro era de un diálogo con los y las activistas a puertas abiertas. No sucedió. Al parecer los candidatos sólo dialogan sobre temas de derechos y diversidad sexual a puertas cerradas, con algunas organizaciones militantes de sus partidos y sin compromisos de fondo, sólo maquillajes y gestos.
¿Qué hacemos cuando votar Frei no significa votar por Frei, sino contra el candidato de derecha? Si la única forma de comprender el llamado a votar por Frei es impedir que la derecha llegue al poder, más bien impedir que tenga todo el poder, que de facto ya tiene en variados sectores. Nos piden que pensemos en un bien mayor, que transemos nuestra exigencia de derechos y votemos por un candidato que no nos representa, pero que no es el peor. ¿Qué ha hecho la Concertación por construir un bien superior y colectivo? Y en ese contexto, ¿qué ha hecho para saldar las deudas que tiene con la diversidad sexual en particular y con la democracia en general?
Entiendo a quienes este domingo votarán Frei para decir no a la derecha, y a quienes en privado marcarán una preferencia y saldrán con dolor de cabeza, pero sentirán que han sido responsables. No comprendo a quienes desde el activismo llaman a votar por Frei, ensalzando al candidato, porque sabemos que no es progresista, no es liberal y si gana sólo será gracias al miedo que muchos ciudadanos y ciudadanas tienen a la derecha. Esto es sólo un síntoma más de que Chile no ha logrado recuperarse de su pasado, ése que Piñera preferiría sólo olvidar.
* Por Angelicx Valderrama, presidenta de MUMS / La Nación