Por Lukas Berredo / Coordinador General GAHT / Coordinador Político MUMS / Junio 2010

Durante los años 60, las autoridades policiales tenían la costumbre de realizar redadas en bares, discos y otros locales a los cuales tenían la sospecha de eran frecuentados por gays, lesbianas, bisexuales, trans, entre otros. Se les arrestaba y, comúnmente, se publicitaba sus identidades en los medios. La homosexualidad era considerada un comportamiento promiscuo y enfermizo, lo que hacia con que, al ser expuestas, estas personas tuvieran sus vidas arruinadas: pérdida de trabajo y familia y hasta mismo que fueran encarceladas o internadas en clínicas psiquiátricas.

Stonewall Inn era un bar en Nueva York en el que se juntaban principalmente transgresores del género, como personas trans, drag queens, drag kings, transformistas, y otras consideradas «indeseadas» por parte de la sociedad. Como muchas otras veces, en la madrugada del 28 de junio de 1969 la policía ingresó al local y empezó a arrestar a diversos/as de sus frecuentadores. Pero esta vez fue distinto. Cansadxs del acoso frecuente, de las violencias proporcionadas por parte de quienes existían para defenderlos/as, las personas presentes no bajaron la cabeza, y este día fue marcado por la resistencia.

Los/as que lograron huir trajeron consigo a muchxs más, sumando una multitud estimada de 2.000 personas. La rabia y el resentimiento descartaron cualquier intención de desistir. Estas personas, constantemente marginadas, discriminadas y violadas, luchaban por sus derechos, por sus vidas.

Esa fecha fue tomada como símbolo de resistencia, y es conmemorada en diversas partes del mundo como Día Internacional del Orgullo LGTB.

41 años después, hemos avanzado enormemente alrededor del mundo: la sodomía fue despenalizada, la homosexualidad fue sacada de la lista de enfermedades mentales, la discriminación por orientación sexual o identidad de género es criminalizada en muchos países, en algunos de ellos existe matrimonio entre parejas de un mismo sexo, entre otrxs.

Pero todavía hay mucho que hacer. La transexualidad todavía es catalogada como patología mental tanto por la Asociación Norteamericana de Psiquiatría (APA) como por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En Chile, por ejemplo, no existe Ley contra la Discriminación, estando ésta en trámite hace casi 10 años. La presencia de la orientación sexual es cuestionada y la identidad de género se encuentra ausente en todas sus aristas. No existe una ley de identidad de género que respete el derecho al libre desarrollo de la personalidad y a la dignidad a las personas trans, y tampoco existe el reconocimiento pleno de parejas de un mismo sexo. A todo ello se suma el hecho que Chile no posee defensoría del pueblo u Ombudsman, lo que deja a las personas impotentes ante la arbitraria interpretación de la Ley que realiza el poder judicial.

Seguimos firmes, luchando por una transformación jurídica, social y cultural que refleje la diversidad en todos sus aspectos, con el fin de promover una sociedad libertaria, creativa, respetuosa de la diferencia y la multiplicidad.