A finales de septiembre, luego de realizar la XII Marcha por la Diversidad Sexual, muchos y muchas esperábamos ver reflejada en los medios de comunicación la gran manifestación ciudadana que habíamos logrado. Sin embargo, para horror nuestro, las notas fueron casi inexistentes y poco precisas, no dando cuenta de una reivindicación de derechos en la calle desde miles de personas.
No es un tema de egocentrismo gay, lésbico, bisexual o trans. De hecho, hay más espacio en los medios que antes. Sin embargo, lo trágico de esto es que hemos pasado de las páginas rojas que nos señalaban como delincuentes y degenerados a las páginas de la farándula, de lo freak o, simplemente, lo escandaloso de varias formas.
Esta discriminación que sufrimos en los medios de comunicación tanto la diversidad sexual como los pobres, los pueblos originarios y otras estadísticamente minoritárias, es una forma más a través de la cual se expresa la desigualdad, la homo-lesbo-transfobia, el racismo, el machismo. Es la expresión de una sociedad que excluye a gran parte de sus habitantes.
Por lo mismo, el cierre de La Nación impresa nos duele profundamente, considerando que estamos en un país donde los medios de comunicación están absolutamente concentrados en pocas manos, con serios conflictos de intereses. Los periódicos pertenecen a solo dos empresas, la democracia medial no existe, y la mayoría de los medios repiten las noticias de manera idéntica, callando los conflictos, delitos y fraudes de los poderosos, y omitiendo temas relacionados con derechos humanos. El cierre de diarios impresos es una lástima, un golpe a quienes luchamos por acceder a una porción de la palestra pública. En definitiva, el cierre La Nación impresa es una pérdida para la democracia.
¿Cómo puede un país decirse democrático si sus medios de comunicación son propiedad de unos pocos? ¿Cómo podemos decir que el gobierno protege la libertad de expresión si van reduciendo la posibilidad de contar con medios con diversas miradas, opiniones y que sean accesibles a todos y todas? Sin duda esta noticia es muy desilusionante para los y las chilenas.
Ahora queda en manos del ejecutivo buscar formas para compensar los espacios cerrados, los espacios perdidos. Esperemos, entonces, que no se eluda esta responsabilidad que está en directa relación con ser un país que logre mantener estándares democráticos y con tratar de apuntar hacia un Chile más igualitario, hechos que cada día se ven más lejanos.
* Por Gonzalo Cid, Coordinador Político Movimiento por la Diversidad Sexual (MUMS) / Gay Magazine