Por Arnaldo Pérez Guerra, Historiador y Periodista

Publicado en Revista Punto Final, edición Nº 755, 13 de abril de 2012

El proyecto de ley antidiscriminación pasó a comisión mixta en el Congreso y su aprobación es un hecho. El Ejecutivo manifestó su apoyo para mejorarla y reincorporar el articulado cercenado por los sectores integristas y conservadores en el trámite legislativo. Entretanto, diversos informes coinciden en señalar que en 2011 se agudizó la violación de los […]

El proyecto de ley antidiscriminación pasó a comisión mixta en el Congreso y su aprobación es un hecho. El Ejecutivo manifestó su apoyo para mejorarla y reincorporar el articulado cercenado por los sectores integristas y conservadores en el trámite legislativo. Entretanto, diversos informes coinciden en señalar que en 2011 se agudizó la violación de los derechos humanos de la diversidad sexual. En Chile no sólo se discrimina a lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros (LGBT). Lo mismo ocurre con las mujeres, los pueblos originarios, los inmigrantes, los pobres y un largo etcétera. Las iglesias y la UDI suman fuerzas para impedir la igualdad legal y el fin de toda discriminación.

Investigaciones de 2009 señalan que más del 52% de la población LGBT ha padecido discriminación verbal, física o amenazas. Un 88% de los chilenos piensa que el Estado los discrimina «principalmente por la ausencia de leyes o políticas que los consideren en igualdad de condiciones, por la invisibilidad del tema en la mayoría de los discursos de las autoridades y por la emisión de discursos homofóbicos o transfóbicos», señala el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH). Sin embargo, sólo un 29% está «completamente de acuerdo» con permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo. «Siguen siendo preocupantes los hechos de violencia de que son objeto» (los gays), afirma el INDH. Según la encuesta Masculinidades y Equidad de Género (Images), aunque para el 58.9% de los hombres y el 59.8% de las mujeres la homosexualidad es «normal y natural», un 89% estima que «un verdadero hombre sólo tiene relaciones sexuales con mujeres». Un 70% de los hombres y 59% de las mujeres creen que a los gays «se les debería prohibir trabajar con menores». Y más del 70% opina que se les debería prohibir adoptar hijos.

Según la OCDE, lo que más se discrimina en Chile es la diversidad sexual. Sólo un 45% tolera a lesbianas y gays. La intolerancia hacia minorías étnicas, religiosas e inmigrantes es casi de un 40%. Para el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad Diego Portales (UDP), «estratos altos, población joven y adherentes a corrientes más cercanas a la Izquierda, discriminan en términos generales menos que los grupos socioeconómicos bajos, adultos y simpatizantes de la derecha». Según informe del Departamento de Estado de EE.UU., «en 2009 se conocieron (en Chile) 124 casos de discriminación, un incremento en comparación con 65 casos reportados en 2008». Agrega que las demandas entabladas por dos ex carabineros -Víctor Rivas y Armando Salgado-, y un ex detective -César Contreras-, quienes alegaron que sus superiores los amenazaron con hacer pública su orientación sexual si no dimitían, siguen pendientes.

LAS CIFRAS DE LA DISCRIMINACION

«El asesinato de Daniel Zamudio forma parte de una seguidilla de violencia hacia la diversidad sexual en los últimos años. El crimen de odio es el resultado de una sociedad que omite el respeto de la diferencia. Los asesinos de Zamudio no son los únicos culpables, también el Estado ha sido incapaz de impulsar políticas públicas que difundan el respeto y la no discriminación, creando una institucionalidad para garantizar la no discriminación y establecer por ley un castigo mayor a los crímenes de odio. Chile necesita una ley antidiscriminación verdadera, no como el pobre proyecto aprobado en el Senado que es sólo un recurso de protección ampliado», afirma Gonzalo Cid, presidente del MUMS, Movimiento por la Diversidad Sexual.

Para el MUMS, lograr plenos derechos para la diversidad requiere cambios estructurales en lo cultural, social y político. Para ello es necesario que las organizaciones y movimientos sociales se articulen y tomen la lucha contra la discriminación como su tarea. «Estoy muy de acuerdo con la consigna de Aysén: ‘Tu problema es mi problema’. Los problemas de Aysén son nuestros problemas, y también los problemas de la diversidad son los problemas de Aysén», dice Gonzalo Cid.

La UDP advierte que la discriminación afecta a todos los ámbitos: el 87,3% de los chilenos reconoce que nuestra sociedad es discriminadora o muy discriminadora. Quienes más sufren discriminación son los homosexuales y mapuches. 72% cree que existe discriminación por color de piel, y 76,5% estima que ser mapuche puede ser motivo de discriminación. En una escala de 1 a 10, el grado de clasismo en la sociedad chilena se ubica en un 7,2; mientras el racismo alcanza a 6,65.

Según Claudio Fuentes, director del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales de la UDP, «la amplia mayoría de la sociedad piensa que somos muy discriminadores. En los congresistas de la Concertación el porcentaje es mayor (90,3%) que en los de la Alianza: 77,9%. La sociedad tiene evaluaciones más negativas que la clase política sobre el nivel de clasismo, racismo, intolerancia e injusticia. Las principales formas de discriminación percibida a nivel social y elites son: ser homosexual, ser mapuche, el lugar de residencia y el color de piel. Sin embargo, la sociedad apoya mayoritariamente (77%) una ley de cuotas para que los mapuches tengan representación en el Congreso», dice. «Somos una sociedad que discrimina y que se percibe discriminada, además de ser injusta e intolerante: dime de dónde eres, cuéntame de tu apariencia y te discriminaré. La buena noticia es que socialmente se reconoce a la discriminación como un problema real. La mala, es que un segmento importante de la elite política se muestra poco receptivo a modificar el statu quo para incorporar grupos históricamente postergados. Es el miedo a la diferencia», agrega. También no pierde de vista la discriminación a las mujeres: «Nunca hemos tenido una presidenta del Banco Central, de la Corte Suprema o del Tribunal Constitucional (TC). Solo dos de nuestras 74 embajadas son lideradas por mujeres, 6 puntos menos que en 2006. En la historia del TC sólo dos de 52 ministros han sido mujeres», agrega.

Chile está muy retrasado en la equidad de género. El indicador de la ONU muestra la brecha entre hombres y mujeres considerando una gama de aspectos sociales y políticos: «En su versión 2011, Chile ocupa el lugar 44 de 48 naciones. Quizás uno de los datos duros más relevantes es la desigualdad salarial. De acuerdo al PNUD (2009), Chile ocupa el lugar 40 entre 43 naciones. Por donde se le mire, la situación de la mujer presenta serios desafíos. A nivel del Ejecutivo, hoy el 33,9% son gobernadoras, 26% intendentas, 18% ministras de Estado. En el poder judicial se repite la historia: el 36,6% son ministras de cortes de apelaciones, 18,2% presidentas de cortes, y el 15,4% integrantes de la Corte Suprema. Mientras más se escala en la pirámide del poder, menor es la participación de mujeres», dice Claudio Fuentes.

ALGO HEMOS HECHO MAL

Tras el asesinato de Daniel Zamudio, la comunidad internacional urgió al Estado chileno a aprobar una ley antidiscriminación. Pero se denunció un lobby que se sigue oponiendo y que incluye a jerarquías religiosas que han tenido una «militancia homofóbica sistemática y permanente y que tienen responsabilidad en lo ocurrido con Zamudio», dijo Rolando Jiménez, presidente del Movilh, Movimiento de Liberación Homosexual.

Gonzalo Cid percibe algunos avances: «Ser homosexual es más aceptado. Muchos entienden que los derechos de la diversidad son parte de los derechos en una sociedad realmente democrática». Los jóvenes, dice, «son mucho más respetuosos, menos sectarios que los adultos, que en general mantienen prejuicios y dogmas fruto de la ignorancia y un discurso homofóbico que incita al odio», dice. «El modelo neoliberal tiene mucho que ver en esto. Fomenta el individualismo y uno de sus principios rectores es el valor del dinero. No importa lo que ocurre a los otros y el éxito se mide sin importar a quién se pisotea.Son cotidianas las burlas, exclusiones, ofensas, el desprecio contra gays y lesbianas, que incluso lleva al crimen por odio. Es un fenómeno social ligado al modelo. Por eso queremos transformar este sistema y creemos que hay que trabajar con todos los movimientos sociales que estén contra la discriminación», dice.

Para el presidente del MUMS, la ley antidiscriminación próxima a aprobarse «necesita muchos cambios para que sirva tanto a la diversidad sexual como a todos quienes son discriminados, y no sea simplemente un saludo a la bandera. La crítica que le hacemos es que su propósito simplemente es ser un mecanismo judicial una vez producida la discriminación. Debiera incluir mecanismos que fomenten la educación y prevención, a través de campañas masivas, fortalecimiento de los fondos a la sociedad civil, una defensoría pública, etc.».

El MUMS nació hace veinte años y se articula a partir del trabajo en equipos y no por identidades sexuales. Poseen equipos de comunicación, derechos humanos, prevención y educación; un preuniversitario por la diversidad, biblioteca y atención sicológica. «No excluimos a nadie», dice Cid. Los miembros del MUMS no se separan por identidades u orientaciones sexuales, el trabajo es colectivo. Han luchado por décadas contra la criminalización de los homosexuales y lograron la derogación del artículo 365 del Código Penal en el caso de adultos, pero aún se mantiene la discriminación contra gays menores de 18 años. Concluye Gonzalo Cid: «La mayoría de los dirigentes de la UDI ha señalado que la homosexualidad es una ‘enfermedad’, que no están a favor de legislar nada que otorgue más derechos o garantías a los gays. El poder de la UDI se debe a que es la principal bancada parlamentaria y el partido más votado; algo hemos hecho mal si hemos permitido que llegue a ser un sector político tan poderoso en nuestro país».