1 de junio, durante el acto de la cuenta pública el Presidente Sebastián Piñera Echeñique menciona un concepto bastante ruidoso a nivel socio-político “Familias fuertes y sanas”, considerando que es un discurso evangelizador de una derecha neoliberal, que mantiene la desigualdad al responsabilizar a la mujer como llamado de atención al decir “Una sociedad en que las familias no quieren tener hijos es una sociedad enferma”. Días después, 6 de junio, se ingresa una modificación a la ley de adopción en tramitación donde se elimina el orden de prelación de las distintas familias para optar a la adopción. Sin embargo, se expresa la preferencia de las familias heterosexuales. Según las palabras del ministro de justicia, Hernán Larraín se buscará privilegiar un hogar de “padre y madre que reproduzca el hogar donde el niño nació y que perdió” quedando la decisión final al arbitrio de los jueces.A pocos meses de iniciado el gobierno de Sebastián Piñera podemos constatar que estamos frente a un gobierno conservador y declaradamente homolesbotransfóbico. En una primera instancia, el presidente Piñera declara enfermas a las familias que no desean tener hijos, ignorando las condiciones sociales de abandono por parte del estado en que se desarrollan las familias y especialmente los niños más vulnerables en nuestro país. En segundo lugar, y con respecto a la ley de adopción el gobierno establece sin ninguna prueba científica y contraviniendo tratados internacionales sobre la igualdad entre parejas homo y heterosexuales, que existirían mejores condiciones para el crecimiento de niñas y niñas en el seno de hogares heterosexuales Como Movimiento por la Diversidad Sexual – MUMS, no podemos aportar a la omisión de este ruidoso compuesto de “Familias fuertes y sanas” – ¿por qué? se preguntarán – Nos toca especialmente como diversidad sexual y nos violenta esta definición cuando viene desde un conglomerado que históricamente se ha dedicado a negar nuestra identidad y derechos básicos. Un conglomerado que ha estado ligado a torturas y violaciones sistemáticas de los DDHH, que hasta el día de hoy no entrega una respuesta consciente y responsable para comenzar a sanar las heridas históricas de una sociedad dividida por crímenes de lesa humanidad. Un conglomerado que promueve y defiende un modelo económico que condena a millones a la privación de sus derechos más elementales (educación, trabajo, alimentación, agua, vivienda, entre otros) ¿A qué se refiere el máximo representante de un sector político con un historial oscuro como éste?Por otro lado, se nombra el “interés superior del niño”, adjudicándolo a la heterosexualidad sin mayor sustento que el “sentido común” o lo que es peor, a partir de concepciones religiosas. Al escuchar al líder de la derecha decir que “Necesitamos familias fuertes y sanas para cumplir con su insustituible y valioso rol en nuestra sociedad”, o al ministro Larraín que “hay que reproducir un ambiente familiar donde el niño nació, con padre y madre”no podemos dejar de recordar, sin distinción de clase social, étnica ni religiosa-ideológica que la Familia tradicional ha sido un ente de abusos sexuales, maltrato y violaciones a las niñas, niños y jóvenes de nuestro país, crímenes que se han mantenido en un estado de mutismo por la desprotección de políticas públicas débiles que no han podido salvaguardar los cuerpos más frágiles y marginados de nuestra sociedad. No podemos olvidar a Ámbar cuya tuición fue negada a su tío homosexual y que fue entregada a un hogar heterosexual donde finalmente fue violada y asesinada. Hoy, la Familia se encuentra en una crisis socio-política, enfrentando un sistema adverso en salud, educación, cultura, bienestar, seguridad entre otras desde su territorialidad de clase. Las familias reales en su rica diversidad, no encuentran el necesario apoyo por parte del estado para que dentro de ella sus miembros, en especial los más vulnerables, puedan satisfacer sus necesidades y vivir en paz. La familia se desarrolla en medio de comunidades que, pulverizado el tejido social por acción del modelo neo liberal, no existen como tales o no pueden servir de complemento para la tarea del cuidado de la infancia. Por otra parte, ante la ausencia de un estado fuerte y con el supuesto de que la familia tradicional heterosexual es la mejor opción para el desarrollo humano, los niños y niñas son abandonados a merced de sus familias que como hemos mencionado y señala la realidad, no son un lugar seguro para ellas y ellos.La familia como institución se encuentra “enferma”. Sin embargo, la enfermedad no es producto de la no-reproducción. La enfermedad es el modelo económico, social y político en que vivimos y que la derecha tanto defiende. ¿A qué “sanidad” apuntan entonces las palabras del Presidente si además, la violencia de género se ha cristalizado en una sociedad comandada por un grupo de personas que considera que la mujer es la responsable de la enfermedad social ¿La procreación sistemática es la realización en plenitud de la mujer”?Necesitamos con urgencia que el gobierno, explique a qué se refiere cuando habla de “Familias fuertes y sanas” o de “interés superior del niño”, ¿Responden a un patrón conductual y de identidad sexual, donde debe coexistir un cuerpo femenino obligado a la reproducción para evitar la enfermedad? ¿Un patrón donde lo no heterosexual es sospechoso constantemente?Exigimos que se respete claramente y sin divagaciones a las familias diversas, diversas formas de hacer familia, entre ellas homo lesbo parentales. Exigimos que todas las familias, especialmente las trabajadoras puedan vivir en paz y con dignidad.