El siguiente texto corresponde al discurso leído durante la celebración de nuestros 31 años de historia.


Al inicio de la década de los 90, nace el Movimiento por la emancipación de los derechos de lesbianas, gays, bisexuales y trans, en ese entonces el Movimiento de Liberación Homosexual (MOVILH Histórico para les amigues). 

Este grupo cada vez más grande, sumó también nuevas demandas y necesidades. A la visibilización, el reconocimiento y  la  aún incipiente lucha contra el VIH centrada en esos años en los hombres gays, se sumaron las voces cada vez más fuertes de lesbianas y trans,  sumándose a la ola de apertura democrática que se inicia junto con la transición y la promesa de la alegría que al fin viene.

A poco andar nos dimos cuenta que, a pesar de los discursos públicos del momento , no éramos una minoría, sino un grupo de personas que crecía año a año en cada nueva marcha del orgullo que se realizaba y porque durante el transcurso de los años, llegaban a nosotres personas buscando un espacio seguro de convivencia y acogida, pero sobre todo de incipiente participación política y visibilidad pública a partir de su orientación sexual o identidad de género, en un mundo que al fin, parecía permitir una vida más luminosa fuera del closet luego de tanto miedo y represión.

A diferencia de las profecías apocalípticas de fin de mundo, el año 2000 nos encuentra llenes de energía y rabia de la buena, de la que da esperanza y motiva a tomar acciones. Se forman nuevas organizaciones y movimientos. Nada nos fue regalado, todo se peleó a pulso, muchas veces escuchamos los conocidos “no es el momento”, “no es prioridad”, “ahora puede ser inapropiado”, “no están las condiciones”, pero la porfía pudo más. Quienes antes formaron parte del histórico Movimiento de Liberación Homosexual y el Centro Lambda, se reunieron bajo una nueva agrupación, el MUMS. Así, junto a la Coordinadora Lésbica, Traves Chile, Lesbianas en acción, el Salón de las Preciosas, la Coordinadora Universitaria por la Diversidad Sexual y el Comité de Izquierda por la Diversidad Sexual, la Comunidad Ecuménica Gay Lésbica, el sindicato Luis Gauthier, Acción Gay, la Agrupación Amanda Jofre, Rompiendo el Silencio y muchas otredades trabajamos en conjunto combatiendo la discriminación y visibilizando nuestros derechos.

Desde las universidades, donde a les estudiantes LGBTIQA+ se les impedía organizarse, se boicoteaban sus procesos de titulación, recibían malos tratos de sus docentes o simplemente sus necesidades no eran consideradas como el resto de la población estudiantil, se desarrollaron campañas de visibilización, se consiguieron fondos para revistas, programas de radio. Las escuelas y liceos que bajo excusas expulsaban o impedían la matrícula de niñes y jóvenes LGBTIQA+, vigilando a sus estudiantes, denunciándoles a sus padres, o exigiendo certificados de heterosexualidad de profesionales de la salud mental para continuar sus estudios. Desde la CUT y otras organizaciones de trabajadores, visibilizando ya tempranamente la importancia de incorporar dinámicas antidiscriminación en los espacios laborales y contar con acciones contra la violencia de género y el homo-lesbo-trans-odio, destacando el derecho al trabajo digno del que la población LGBTIQA+ era, y lamentablemente aún sigue siendo en muchos casos, excluida.

Se realizan mesas de trabajo para avanzar en proyectos de ley, para denunciar en conjunto situaciones de discriminación. Se llevan a cabo también gracias al trabajo codo a codo, varias versiones del Encuentro Lésbico de Todas las Artes ELTA, ciclos de cine y otros espacios seguros de encuentro y discusión sobre los nuevos temas que como colas, maricas, “primas”, lelas y travas “de a pie” nos afectan y nos interesan.

Sin embargo, los vientos de cambio que prometía la ola de apertura democrática que se inicia en los 90, nos dejó estancades en una transición que nunca terminó, en una alegría que nunca llegó. No llegó para las personas LGBTIQA+ y tampoco llegó para sectores populares que siguieron carentes, recibiendo migajas del chorreo del modelo neoliberal. El año 2010, con la vuelta al gobierno de partidos de derecha, fue necesario revisar nuestras metas y estrategias, a fin de no perder nuestro norte y convicciones en pro de sobrevivir o ser incluidos en las discusiones de esta nueva agenda.

No escondimos las plumas, algunas voces del movimiento decían que había que mostrarnos serios, no bajamos la voz cuando nos dijeron que había que ser bien portados, menos confrontacionales, nos negamos a pasar piola y salimos a la calle a buscar ese espacio de reconocimiento, buscando con discursos disidentes recuperar el espíritu de las primeras movilizaciones y las primeras marchas, hechas a pulso, denunciando las vulneraciones a nuestros derechos, sin la higiénica y falsa liberación ofrecida por el mercado marica.

Llegamos así a los años 2017 y 2018, donde fruto de múltiples factores, el MUMS se encuentra en crisis. Había que tomar una decisión: cerrar las puertas, o conectarnos con el momento histórico e intentar retomar la lucha.

Hay que decir que muches apostaron por lo primero, pero porfiadamente varios de les activistas que quedaban, a quienes agradecemos, y otres que volvimos desde otros espacios de activismo, decidimos que no era tiempo de cerrar. Chile vivía una ola de cambios, de la mano principalmente del movimiento estudiantil y el movimiento feminista. Decidimos rearmarnos, y se suma a Santiago los grupos de MUMS Valparaíso y MUMS  Maule, a quienes saludamos también y agradecemos su compromiso hasta el día de hoy.

Como toda crisis, esta nos hizo revisar nuestros principios y estrategias, pero lo más importante, reforzó nuestra convicción en la necesidad de seguir nuestro accionar activista y hacer este camino de lucha desde la clase, desde una postura política en contra del sistema, pues sabemos que el sistema capitalista y patriarcal nunca será quien dé una solución a nuestra exclusión en la salud, el trabajo, la educación, en definitiva, no será el mercado y sus concesiones quien nos asegure el acceso y respeto a nuestros derechos fundamentales.

Y así, con un poco de sorpresa y un poco “viéndolo venir” nos pilla el 18 de Octubre de 2019, donde salimos a la calle y nos unimos a otres, participando activamente en los cabildos de la comunidad LGBTIQA+, los cabildos universitarios, brigadas de salud y contención, y de forma especial, en los cabildos de la comuna de Santiago, que con el tiempo se convertirían en la Alcandia Constituyente.

Como a todes, la pandemia durante el año 2020 nos tomó por sorpresa, pero en vez de paralizarnos (unes con más esfuerzos que otres) aprendimos Zoom, Meet, Stream Yard y cualquier forma de comunicarnos que permitiera reunirnos y organizarnos. No paramos, participamos en cuanta mesa nos llamaron: ley antidiscriminación, ley de identidad de género,  mesas de salud, etc. Levantamos entre 2020 y 2021 a pulso y con mucho esfuerzo, varios estudios que nos permitieron contar con datos de primera fuente respecto a la situación de la población LGBTIQA+: su realidad dentro del espacio laboral, la difícil situación de salud mental durante la pandemia en una comunidad que sabemos la familia muchas veces no actúa como un factor protector sino un factor de riesgo, además de la mayor precariedad laboral y de redes de apoyo. También los cambios que la pandemia trajo en la sexualidad, en especial entre la comunidad gay, trans y trabajadoras/es sexuales en el contexto del Covid-19. Agradecemos aquí a las instituciones que nos apoyaron: OIT, Núcleo de Investigación en Género y Sociedad Julieta Kirkwood de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, el Departamento de Psicología de la Universidad de Santiago USACH.

Levantamos nuestras voces cuando para el Estado nuestras necesidades e incluso nuestra supervivencia no era prioridad, tejimos redes y colaboramos con otras instituciones, rescatando antiguas estrategias de trabajo colectivo y haciendo carne la frase que ya se hizo común durante la revuelta “sólo el pueblo ayuda al pueblo”.

También durante el año 2021 participamos de forma activa en campañas presidenciales, diputaciones, concejales y alcaldesas. Mencionamos esto porque es importante decir que NO hemos sido, no somos y no seremos neutrales, aunque esta sea una postura por la que muches nos critiquen.

Sin duda que en 31 años avanzamos, poco a poco se abrieron distintos espacios y logramos la despenalización de la sodomía, la ley antidiscriminatoria, la ley de unión civil y la ley de identidad de género, textos legales que sirven hoy de base y referencia, pero que no necesariamente garantizan los derechos y la seguridad de quienes no son heterosexuales o tienen una expresión de género disidentes a la norma.

Por este motivo fuimos activos participantes del proceso Constituyente, y en conjunto con las organizaciones agrupadas desde el grupo de Disidencias Unidas Reconstruyendo Alianzas Sexopolíticas DURAS, propusimos cuatro normas constitucionales relativas a distintas variables del mundo LGBTIQA+,  las cuales dos de ellas fueron apoyadas por más de 18.000 personas y todas ellas llegaron a ser aprobadas (aunque con modificaciones)  por el pleno de la convención, probando nuevamente, que a diferencia de lo que se diga por algunos sectores, no somos una minoría ni “ahora puede ser inapropiado” o “no están las condiciones” para defender que nuestros derechos queden planteados en esta propuesta de constitución, con la que estamos completamente comprometides en hacer lo que esté en nuestras manos para promover su aprobación este 4 de septiembre, porque estamos segures que nada cambiará para la comunidad LGBTIQA+ si no hay cambios profundos en la sociedad, cambios culturales, económicos pero fundamentalmente cambios políticos que aseguren nuestro derecho a una vida digna, libre de violencia, bajo el máximo de bienestar.